martes, noviembre 20, 2007

Hierro


La lluvia golpea los cristales de la ventana, con tanta fuerza que parece que estuviera llamándome.

Acudo a su llamada. Abro la ventana y observo el mundo a través del rectángulo que la forma.

Siento el aire frío y purificador sobre mi rostro, y en ese instante olvido dónde estoy, quién soy: también yo soy lluvia. Dejo de oir los sonidos que me rodeaban hasta entonces: el sonido del agua chocando contra el suelo hace enmudecer al resto.

Los edificios que me rodean pertenecen a grandes fábricas y naves industriales, y del techo de algunos de ellos surgen tubos de acero que miran hacia el cielo, mientras escupen un humo denso y gris que lucha contra la lluvia por su supervivencia.

Veo grúas erigiéndose majestuosas contra el cielo de metal, como si quisieran fundirse con él, como si el cielo y las grúas estuvieran hechas de la misma materia, como si mucho tiempo atrás hubieran sido un mismo ente y ahora quisieran volver a unirse. Las observo: todo poderosas, alzándose sobre los edificios, como gigantes de acero a los que nada les afecta: como si ni siquiera se hubieran dado cuenta de la lluvia que impacta sobre sus esqueletos de hierro. Como si nada en este mundo pudiera conseguir que detuvieran su incesante movimiento mientras desplazan enormes vigas de un lugar a otro. Son tantas, que parecen un ejército de gigantes dispuesto a arrasar la ciudad, el mundo entero.

Sí, aplastadlo hasta dejarlo reducido a cenizas.


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martes, noviembre 13, 2007

Bajada de Bandera II


Sí, nueva historia desarrollada en el interior de un taxi. Es increíble la cantidad de cosas que te pueden pasar dentro de una
de esas cosas con ruedas que te llevan de un lugar a otro de la ciudad. Cuando no sabes sobre qué escribir, te subes en uno de éstos
y casi seguro que te pasará algo que hará que tu falta de inspiración desaparezca en el tiempo que dura el recorrido. Seguro que si
en los momentos en los que Baudelaire no sabía qué escribir en el siguiente verso de "Las Flores del Mal" hubiera podido
coger un taxi en Madrid, hubiera terminado mucho antes su obra. Aunque, probablemente, hubiera sido aún más censurada de lo que ya fue.

He cogido tantos taxis a lo largo de mi vida que he desarrollado una habilidad casi idéntica a la de Charles Darwin clasificando
especies de animales. Sólo que yo me he centrado en el estudio de una especie en particular: el "taxistum madrisensis", más conocido
como taxista madrileño. Esta especie se caracteriza por:

- Tener más de 50 años.
- Conducir taxis con un nauseabundo olor a putrefacción.
- Desprender un edor insoportable proviniente de las axilas (a veces, no cambiarse la camisa ni para ir a dormir tiene esos efectos secundarios)
- Expresarse de una forma tal y con tanta educación que hace que Poli Díaz a su lado sea Miguel de Cervantes Saavedra.

Esta mañana he cogido un taxi conducido por un ejemplar único de "taxistum madrisensis". Sí, realmente único. De hecho, fue el primero de todos, fue como el molde a partir del cual
se fueron creando todos los demás especímenes de su especie. Primero fue él, y después, todos los demás.

Nada más subir al taxi y ser abrazado por el inconfundible edor propio de esta especie, el taxi comienza a escupir humo avanzando por la carretera y al mismo tiempo empieza nuestro diálogo vespertino:

- A Alcobendas, por favor, a la calle bla bla bla. Me lleva por la M-11.

- Eso es pasando por ahí por la ermita esa no?

Esas preguntas a las 8 de la mañana, cuando casi acabas de abrir los ojos, son las que me rompen.Así que sólo me oigo decir:

- Errrrr..... sí...no ... no sé...,usted vaya por la M-11

- Pero eso es por la ermita esa, o no?? ,me pregunta con un tono de voz hostil e irritado, mientras me mira con cara de asco desde el retrovisor. La puta ermita de los cojones debe ser una especie de Meridiano de Greenwich para este "taxistum madrisensis", debe servirle
para situarse mentalmente en una coordenada terrestre concreta, así que sea cuál sea su destino, TIENE que calcular el recorrido en función de la puta ermita.

- No, no es por la ermita.

- Cómo que no? claro que sí, tenemos que pasar por enfrente de la ermita. Parece mentira que viva usted aquí y no sepa dónde está la ermita eh??

Pienso cómo habrá dilucidado que vivo en el mismo lugar donde me ha recogido: podía estar de visita en casa de mi novia, haber pasado la noche
en un hotel de los muchos que hay por mi barrio, o simplemente venir de cualquier sitio. De hecho, podría no haber pasado por aquí en mi puta vida. Pero no, sé perfectamente dónde está esa ermita, y también sé perfectamente que no vamos a pasar por delante de ella porque por el camino por el que le he dicho al conductor que vaya pasaremos justo por debajo de ella. Pero decido que no merece la pena contestarle.

El taxi sigue hiriendo el cielo de Madrid, escupiendo su humo negro venenoso casi con la misma hostilidad que su dueño, mientras me conduce a mi lugar de trabajo.

Al cabo de unos minutos, durante los cuales por supuesto no hemos visto ninguna ermita, me dirijo al taxistum madrisensis, esbozando una ronrisa mientras le miro por el retrovisor:

- Y la ermita, qué?

El taxista me mira por el retrovisor con los mismos ojos con los que miraría al mismísimo satanás si fuera sentado en el asiento de atrás:

- La ermita la hemos pasado hace ya un rato,es increíble que no conozca usted la ermita ehhhhh??, vuelve a repetir ininteligiblemente, con una voz que por un instante me recuerda a un sonido parecido al que debe hacer el estómago mientras regurjita un alimento y lo deshace con los ácidos y los jugos gástricos.

Sonrío aún más, pero no le digo nada. Inmediatamente me doy cuenta de que todo su ego está sustentado sobre su autoinventada infalibilidad a la hora de saber ir a cualquier sitio con su taxi. Si le quitas eso, lo matas. Si por cualquier extraña razón el taxistum madrisensis tuviera que decirse a sí mismo que no sabe ir a cualquier rincón de MAdrid, o que se ha equivocado al tomar una salida, toda su existencia se vendría abajo, su ego le abandonaría para siempre y dejaría paso al más terrible vacío interior. No sería, simplemente, nada. O al menos eso cree él.

Paso un rato leyendo la revista "DownTown" y mirando por la ventanilla, viendo como el sol hace estallar una vez más a la oscuridad en mil pedazos, poco a poco, mientras nos recuerda lo pequeños y miserables que somos.

Me siento bien mientras miro al sol. Me hace volver a la realidad. A valorar sólo las cosas que realmente significan algo. El resto son sólo el atrezzo del mundo.

- Siga en dirección a La Moraleja, le digo al taxistum madrisensis.

Seguir mi indicación no hubiera supuesto nada especial si lo hubiera hecho con la antelación suficiente...en lugar de eso, espera hasta el último segundo para tomar esa dirección, dando un volantazo que hace que casi nos choquemos contra la mediana de la autopista.

No le digo nada, mientras seguimos nuestro camino. Al cabo de unos minutos, le digo:

- Ahora pásese al cárril derecho

Veo que en lugar de hacer lo que le acabo de decir, está a punto de desviarse de mi destino, yendo hacia un sitio que no es.

- Por ahí no hombre!

- Pero usted me ha dicho que fuera por la derecha!!

- Yo le he dicho que se pásase al cárril derecho, no que cambiara de dirección hacia la derecha.

- Me dijo por la derecha!!

Vuelvo a recordar lo del ego y cuento hasta 10 para no contestarle...sé por experiencia que no sirve de nada discutir con un taxistum madrisensis.

- Seguimos ahora por este carril? , me pregunta el conductor

- Hmm....sí.....

Entonces me doy cuenta de que ahora el que me he equivocado he sido yo,

- NO!! Ahora a la izquierda!!

El taxistum madrisensis da otro volantazo, recupera la estabilidad sobre su asiento y entonces, mirándome otra vez con la misma cara de asco que un rato antes, me dice:

- Pero bueno, ya está bien eh??!! podía avisarme antes eh??!!

El límite de mi paciencia acaba de ser traspasado. Ya no aguanto más. Tengo que decirle algo a este homo antecessor o sino el día en que esté en mi lecho de muerte me acordaré de este momento y volveré a sentirme un gilipollas:

- Mire, mejor no se queje porque menudo volantazo ha dado usted hace un momento eh??

- Si claro!! y el que acaba de hacerme dar usted qué, ehhh??!!, me dice, sin dejar de mirarme por el retrovisor.

Ahora sí. Se acabó.

Con mucha calma, despacio, sin levantar la voz en ningún momento, y mirándole a los ojos que veo reflejados en el retrovisor le digo:

- Por qué no se calla usted un rato, se limita a conducir el taxi, que es por lo que le voy a pagar, y se guarda sus chascarrillos para cuando esté en el bar con sus amiguetes viendo el fútbol? Es usted demasiado listo para ser taxista, no?

Por un momento parece que tenga delante a una nueva especie de taxistum madrisensis, porque desde luego la cara de este especímen que tengo delante no es la misma que la que tenía hace un segundo. De repente su fea cara parece tener una tonalidad más pálida, las dos canicas pequeñas, opacas y sin vida que tiene por ojos están inyectadas en sangre, y la boca se le tuerce en un gesto imposible, que confiere a su rostro el aspecto de un insectoide, deforme y grotesco. Puedo imaginarme al mirarle las protuberancias de su cara de las que salen media docena de antenas finas y enrolladas. Ya no es un taxistum madrisensis, ahora es una especie de mantis religiosa gigante.

La mantis-taxista empieza a decir-regurjitar algo, pero la interrumpo:

- Le he dicho que no me dirija la palabra. Limítese a conducir.

Parece que esta vez sí ha entendido mis palabras, así que por primera vez en su vida, se calla. Y yo abandono su taxi-madriguera, no sin antes despedirme:

- Que tenga un buen día en su taxi.
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jueves, marzo 01, 2007

Mohammed

Una tarde cualquiera, hace 10 años, en mi casa. Estoy con el PC viendo algunas webs y chateando con algunos amigos lejanos. Es una apacible tarde otoñal de finales de Septiembre. A priori todo parece indicar que el día terminará con la rutina habitual de siempre: seguiré navegando y chateando un rato, cenaré algo, veré alguna película o leeré un rato, y me quedaré dormido.

Qué equivocado estoy.

Oigo ruidos de voces en la cocina. Está en la otra punta de la casa, que es bastante grande, así que deben de estar hablando bastante alto. En la cocina está siempre la chica que trabaja en mi casa: cocina y limpia. Es una chica árabe bastante joven y muy guapa. Es muy tímida y apenas habla, pero a mí me cae bien. Lleva muy poco tiempo trabajando en casa. Sigo navegando por Internet. Entonces me doy cuenta de que, además de la voz de la chica, también se oye la voz de un tío. Una voz ronca y desagradable. Sigo en Internet. Hablo con mis amigos en el IRC.

Las voces que vienen de la cocina cada vez llegan con más claridad hasta mi habitación. Cada vez hablan más alto. Están gritando. Bueno, será un momento y dejaré de oirles gritar, pienso.
Hablo con uno y con otro, mientras veo páginas web e intento aprender alguna cosa que todavía no sepa. Odio perder el tiempo, me gusta aprovecharlo siempre, y sobre todo aprender cosas. Aprendiendo es como dejo de sentir que estoy desaprovechando mi vida, y entonces mi obsesión por el paso del tiempo desaparece y deja de martirizarme.

Las voces, en lugar de dejar de oirse, se oyen cada vez más y más alto. Joder, qué cojones estará pasando en la puta cocina, pienso. Me levanto de la silla bastante mosqueado por tanto jaleo en mi casa, abro la puerta y salgo de mi habitación, atravesando el pasillo hasta llegar a la cocina. Entonces, me doy cuenta de lo que está pasando:

La chica está con un tío de aspecto árabe, con barba. Unos 35-40 años. Medirá un metro 75 aproximadamente, ni gordo ni delgado, morena la piel y la cara. A partir de ahora le llamaré Mohammed. Todos los moros se llaman Mohammed, así que Mohammed se llamará éste, y sino que se joda. Me fijo en su cara: tiene cara de cabrón. Todos los moros tienen cara de cabrón. Por qué? no lo sé, pero cada vez que miro a uno a la cara parece como si estuviera preparando una conspiración contra todo el Universo, como si nada bueno pudiera gestarse detrás de esos huesos y esa piel. Mohammed es igual. Tiene cara de cabrón enfadado. Está delante de mí, que permanezco en el marco de la puerta, gritando a la chica , mientras ella apenas se atreve a mirarle desde el otro extremo de la cocina. La grita con palabras árabes. Ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy ahí, o si lo ha hecho se la suda. Está tan concentrado comportándose como un cabrón, que el resto de su entorno es como si no existiese, como si no estuviese ahí. Sólo la pobre chica tímida existe para él.

Decido intervenir, joder, esta es mi casa y es la ostia que venga un moro a pegar gritos.

- Hola ?

Mohammed me mira con cara de sorpresa, y la chica también. Está asustada, lo leo en sus ojos, muy abiertos, alerta.

- Qué coño pasa aquí?

Mohammed me ignora, y sigue pegando gritos a la chica. Empiezo a cabrearme de verdad. Siento la adrenalina que empieza a acumularse en mi cerebro. Una marea de adrenalina, un tsunami de adrenalina inundando mi cabeza.

- Oye, a pegar gritos te vas a la calle si quieres, pero aquí no.
Entiendes?

Mohammed ni me mira.
Sigue pegando gritos como un loco. La chica no dice nada, apenas unos balbuceos inaudibles desde donde estoy. Está cagada de miedo. Me mira.

- Te estoy diciendo que dejes de pegar gritos en mi casa, que te vayas a la puta calle si quieres pero aquí no. Me vas a hacer que te eche yo mismo? joder

Me muestro atrevido con Mohammed, pero en el fondo estoy evaluando la situación, viendo que posibilidades hay de que el día termine con mi cara partida. Le miro, el hijo de puta está fuerte, debe trabajar en alguna obra o algo así, tiene los brazos fuertes, no como los míos que dan pena. Quizás me parta la cara si le digo que se vaya. La gentuza como ésta suele tener peleas a menudo, y yo la última vez que me peleé con alguien fue en séptimo de E.G.B con uno de mi clase que se metía conmigo porque era más alto de lo normal. Pero no soporto ver como ese gilipollas grita a una chica delante de mi cara, y en mi propia casa. Me parece un puto cobarde de mierda, un desgraciado. Seguro que ha pegado a muchas chicas, seguro que es un puto maltratador con la polla del tamaño de un garbanzo, que así se siente más hombre.

De repente Mohammed le suelta un bofetón a la chica y la agarra del brazo. Oigo el sonido producido por su enorme mano al chocar contra la cara de la pobre chica tímida. Ella se echa hacia atrás, asustada. Dios, ésto ya me ha superado. No puedo consentir ésto, me da igual que me parta la cara o no. Me la suda todo.

Me abalanzo sobre Mohammed y le lanzo un puñetazo directamente a la cara. Quien golpea primero golpea dos veces. O eso dicen. Mohammed parece no sentir ningún dolor. Se echa hacia delante y me mete una ostia en la cara mientras dice cosas en árabe. Me vuelvo loco.

- Hijo de puta te voy a matar, te lo juro por dios

Empiezo a golpearle, le meto puñetazos por todo su cuerpo, él se protege la cara como puede, mientras una lluvia de golpes le cae por todas partes. Me suelta un par de puñetazos más a la cara, pero sigo pegándole. Me da patadas, mientras retrocede contra la pared de la cocina. Estoy fuera de mí. Puedo sentir cómo todo mi cuerpo tiembla. Siento odio y miedo a la vez. Lo único que quiero es despedazarlo, dejarle en el suelo hecho trizas. no siento ningún dolor por sus puñetazos. La adrenalina anula el dolor, no existe. En ese estado sólo eres una máquina de lucha.
- Te voy a matar cabrón !!

Mis vecinos deben de estar alucinando. Que se jodan todos.

(((Son los mismos vecinos que cuando yo tenía 11 o 12 años se dedicaban a decir a los niños del barrio con los que jugaba que mi madre era puta. Supongo que porque era más guapa y tenía un BMW y más dinero que ellos a pesar de estar divorciada y no tener ningún hombre a su lado. Putos envidiosos con sus vidas casi tan vacías como sus cerebros.Una tarde vino mi mejor amigo y me preguntó, como preocupado por mí:

- oye, es verdad que tu madre es puta?

No se rió, ni siquiera esbozó una sonrisa. En sus ojos pude leer verdadera angustia.
Si me lo hubiese preguntado cuando yo tenía algún año más, le hubiese dicho la verdad: que lo único que mi madre hacía era lo mismo que llevaba haciendo toda su vida: trabajar más que nadie y emplear esa inteligencia suya en conseguir que nosotros tuviéramos siempre lo mejor: los mejores colegios, el mejor instituto, la mejor Universidad, el mejor barrio...y todo ella sola, sin nadie a su lado. En lugar de conformarse con haber vivido en un sitio más o menos normal, habernos llevado al colegio i al instituto más cercano y a la universidad más barata, prefirió luchar para que estudiásemos en los mejores sitios. Gracias mamá. Gracias por todo, nunca podré devolvértelo pero te juro que estarás orgullosa siempre que me mires. Quizás no lo consiga. Quizás termine siendo un fracasado más. Quién sabe. Pero por lo menos lo habré intentado.

Pero cuando mi mejor amigo me hizo la pregunta, yo sólo tenía 11 o 12 años, así que lo único que supe decirle fue:

- qué dices tío. quién te ha dicho éso?

- dice mi madre que se lo han dicho los vecinos

Y luego me quedé hecho mierda durante días. Que alguien pudiese decir eso de mi madre me hirió tanto que creo que todavía hoy odio a mis vecinos (a los pocos que aún viven aquí) por éso. Hay que ser muy mala persona para decir algo así sabiendo que tiene hijos pequeños
)))

La chica está gritando. Detrás de mí noto la presencia de alguien más. Es mi hermano. Grita algo que no entiendo. Mohammed me da otro puñetazo, esta vez en el estómago. Yo le meto un rodillazo en las costillas y un par de puñetazos más cuando se contrae por el dolor. De repente, veo que Mohammed va hacia el fogón y coge algo....joder, el hijo de puta ha cogido una sartén...la levanta sobre su cabeza dispuesto a partirme la mía, me la suda, no tengo miedo, te voy a aplastar pedazo de cabrón. Vienes a mi casa a pegar a una chica indenfensa, te voy a aplastar como a una cucaracha. Mi hermano viene por detrás y sujeta el brazo con el que Mohammed sostiene la sartén y con la otra mano consigue arrebatársela, mientras yo sigo golpeándole. Empuja a mi hermano, que cae hacia atrás con la sartén en la mano.

Mohammed me empieza a empujar...y yo voy retrocediendo a causa de sus empujones...qué extraño que haya dejado de lanzarme puñetazos y ahora se limite a empujarme... de repente me doy cuenta de lo que pretende Mohammed...estoy cada vez más cerca de la ventana abierta de la cocina...cada vez más cerca......hasta que mi espalda queda apoyada contra ella. Quiere tirarme por la ventana, no hay duda. Me vuelvo loco, este cabrón me quiere matar de verdad. Le doy patadas, puñetazos, le insulto, le empujo hacia la puerta de salida de mi casa mientras mi hermano también lo empuja...no sé cómo, pero Mohammed está ya muy cerca de la salida..consigo abrir la puerta de la calle y empujarle hasta fuera. Cierro la puerta con la ayuda de mi hermano mientras Mohammed desde el otro lado empuja con todas sus fuerzas intentando abrirla. Oígo golpes en la puerta, gritos en árabe.

Al cabo de un rato, silencio. Cojo el teléfono y llamo a la policía. Miro a la chica y veo que está muy asustada, pero en sus ojos puedo ver agradecimiento.

Sólo por eso merece la pena sentir el dolor que siento por todo mi cuerpo.


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