miércoles, mayo 10, 2006

El Formulario

Hoy os voy a contar una bonita historia que me pasó hace algunos años... 7 para ser exactos. En ésa época yo no sabía muy bien qué hacer con mi vida. Sabía que me gustaban los ordenadores, sí, pero en la universidad no había visto nada que me hubiera interesado ni lo más mínimo. Más bien al revés: algunos días me quedaba dormido en las clases, otros simplemente prefería quedarme en el jardín del campus y no llegaba a poner un pie en las aulas en todo el día. A pesar de llevar rodeado de ordenadores desde los 8 años, la universidad nunca me interesó.

Llevaba dos años encerrado en casa, ni estudiaba ni trabajaba, me pasaba el día leyendo páginas web de cualquier tema, chateando en el IRC (http://es.wikipedia.org/wiki/IRC) con amigos a los que sólo había visto en la pantalla de mi ordenador, viendo películas y leyendo toda clase de libros.

En defnitiva, el mundo me sudaba la polla.

El lunes era igual que el domingo y sería igual que el martes. Los días, las semanas, los meses, volaban. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo cuando no haces nada. Parece que debería ser al revés, que deberías aburrirte mucho y que el tiempo debería avanzar ralentizadamente...pero no es así.

Un día, mi madre, harta de verme todo el día en casa y sin ningún futuro por delante, me dijo que hiciera algún curso de algo que me molara...de lo que me diera la gana...y que ella me lo pagaría. Y eso hice. Me puse a buscar en los periódicos anuncios de academias y vi uno que me interesó bastante: Master MCSE de Microsoft. Algo así como “Ingeniero de Sistemas Certificado por Microsoft”. Sonaba de puta madre. Bien, pensé, ésta puede ser una buena salida para mi anodina vida.

Mientras escribo esto, en esta puta oficina apestosa y donde hay unos 35 grados centígrados que hacen que se te atrofie el cerebro, una chica que se sienta a unos 5 metros de mí acaba de levantarse de repente de la silla dando un salto y se ha puesto a bailar y a cantar en voz alta una conocida canción de Operación Triunfo que suena en unos auriculares que lleva metidos en los oídos... se le ha ido la olla sin duda alguna, tal vez por el calor que hace aquí, pero me gusta, al menos parece que todavía queda algo de espontaneidad en esta putrefacta ciudad. Pero bueno, sigamos con la bonita historia que os estaba contando:

Durante 3 meses asistí al master puntualmente, por primera vez estaba estudiando algo que despertaba mi interés. No todo lo que dábamos en el curso, pero sí muchas cosas. Cuando terminé, me puse a buscar trabajo. Eché docenas de currículums, y un día me llamaron de una empresa, no pongo el nombre real porque no me acuerdo:

- hola, el señor Sergio de las Heras por favor?

(es una voz de mujer, de las que yo llamo “robotizada”...te hablan como si fueran un robot, como si hubieran ensayado 200.000 veces antes la entonación que tienen que usar para dirigirse a ti)

- soy yo

- le llamamos de la empresa Pepito Consulting. Tenemos aquí su (impresionante) currículum. Sigue interesado en trabajar en nuestra compañía?

- err...sí, claro...

-bien, cuándo podría pasarse por aquí para una entrevista?

-hmmm...bueno... (hago como que tengo que pensar en la multitud de compromisos y otras entrevistas a las que debo asistir...aunque en realidad no tengo otra cosa que hacer más que seguir tocándome los huevos como hasta ahora) no sé, cuándo les vendría bien a ustedes?

- mañana?

- (mañana? joder qué prisas tienen éstos) vale...a qué hora?

- a las 9 ¿

- (joder a las 9...no me jodas hombre, no me hagas madrugar hija de puta, es que no tiene más horas el día o qué? pero qué hija de puta estás hecha) vale, a las 9

-perfecto, nos vemos entonces mañanas a las 9. Apunte la dirección. Bla bla bla bla.

- Vale. Hasta mañana entonces

Al día siguiente, llego al sitio con unos 15 minutos de adelanto.Si algo no quiero, es llegar tarde. Pero en algún sitio he leído que no da buena imagen presentarse antes de la hora a la que te han citado, así que decido encenderme un cigarrillo y esperar fuera hasta las 9 en punto. Mientras espero leo mi currículum....joder, que asco de currículum...no he trabajado en mi puta vida y tengo casi 25 años.

Son las 9,así que entro en el edificio. El sitio es muy pequeño, nada más entrar, a mi izquierda, hay una secretaria de unos 40 años sentada a su mesa y aporreando el teclado de un ordenador. Justo enfrente de la secretaria, hay varias sillas tipo “pupitre”, como las que había en el colegio al que iba de pequeño. Esas sillas que tienen acoplada delante una mesa que va unida a la silla. Un poco más allá, la puerta cerrada de un despacho. Pienso que será ahí donde me entrevisten.Me dirijo con seguridad en mí mismo hacia la mesa de la secretaria...pisando fuerte...eres la ostia Sergio....la puta ostia...has estudiado mogollón toda tu vida para ver llegar este momento..este es el principio de una carrera profesional larga y llena de ascensos...eres la puta ostia tío, una máquina, el mejor....harvard es una puta mierda al lado tuyo... tienes 25 años y no has trabajado en tu puta vida, pero qué más da...siempre hay una primera vez para todo.

Estoy ya enfrente de la secretaria. Ella parece no haberse percatado de mi presencia, porque sigue tecleando furiosamente en el ordenador. Así que tengo que hacerme notar, decido empezar la conversación de una forma locuaz e inteligente...pero lo único que me sale es:

-hola

por fin gira la cabeza y me mira directamente a los ojos

-hola, en qué puedo ayudarle?

El tono de voz que emplea en persona, es exactamente el mismo que el que oí cuando hablamos por teléfono el día anterior.

-soy Sergio de las Heras... la puta máquina, el mejor, el número uno.... no...eso no puedo decírselo... soy Sergio de las Heras, venía para una entrevista, hablamos ayer por teléfono.

-Sergio de las Heras....Sergio de las Heras.... de las Heras..... repite, mientras rebusca entre una montaña de papeles, supongo que de currículums como el mío. Sí, aquí está, dice mientras me sonríe.

-Siéntese en una de esas sillas y rellene este formulario, por favor, dice sin dejar de sonreír.

Lo cojo y me dirijo a uno de los pupitres. Me siento transportado hasta mi época del cole, cuando le tirábamos bolas de papel al profesor que estaba en la pizarra, utilizando bolígrafos BIC vacíos a modo de cerbatana. Es un flashback en toda regla. Puedo sentir casi hasta el olor de la plastilina y de las témperas de las clases de trabajos manuales. Esas clases me marcaron para el resto de mi vida: los trabajos que a veces tenía que hacer en casa y luego presentar en clase a todos los niños y la profesora eran siempre una puta mierda en comparación con los que llevaban el resto de los niños de mi clase. Desde entonces no he sido capaz ni de usar unas putas tijeras para recortar algo.

Cuando intento entrar en la silla hay un pequeño problema: he crecido un poco desde entonces: mido 1.86 y peso 82 kilos, así que tengo que hacer auténticos ejercicios de flexibilidad para conseguir acoplarme dentro del pupitre. Durante el ejercicio me doy con los huevos contra una de las esquinas de la mesa del pupitre.
Por fin, consigo sentarme. O más bien encajarme entre la silla y la mesa. Si me pusiera ahora de pie, seguro que el pupitre se quedaría enganchado a mí a la altura de la cintura.

Miro el formulario: nombre, apellidos, dirección, telefono, experiencia laboral, conocimientos de informatica, idiomas..

Sin haber rellenado ni un solo dato, me desencajo del pupitre como puedo, y voy hasta donde está la secretaria.

- hola. Verá, es que estoy mirando el formulario que me ha dado, y veo que contiene exactamente los mismos campos que el currículum que les envié.

- ha rellenado ya el formulario?

- no

- cómo que no? Por qué?

- es que todos los datos que me piden en el formulario ya aparecen en el currículum que yo les di, no me parece muy lógico volver a tener que repetir mi currículum en un formulario...

- todo el mundo tiene que rellenar el formulario.

- ya pero es que todo eso ya lo puse en el currículum que les mandé...

- no importa, tiene que rellenar el formulario como todo el mundo.

- vale

Vuelvo al pupitre. Ya son las 9:15. Supuestamente la entrevista era a las 9. No pienso rellenar el puto formulario. Para eso les mandé mi currículum, no tengo porqué volver a rellenar un segundo currículum. Es absurdo, y odio los absurdos. Pasa el tiempo. Ya son las 9:30. Sigo esperando en el pupitre. La secretaria sigue tecleando como si fuera lo último que va a hacer en la vida, aporreándolo a una velocidad impresionante. Nunca he visto a nadie que teclee a esa velocidad. Qué habilidad con los dedos, con las manos... su marido debe estar contento. Pasa más tiempo. Son las 9:45. Empiezo a pensar que he hecho el gilipollas yéndome hasta la otra punta de Madrid para ir a esta mierda de sitio. 45 minutos más tarde de la hora de la cita, y sigo esperando.

Ya son las 10 de la mañana. Sigo en el pupitre. Por qué habré venido aquí, joder. Qué puta mierda.

Por fin, la secretaria se acerca a mi pupitre y, muy sonriente, dice:

- ya puede pasar a la entrevista, sígame por favor

La sigo, aunque dado el tamaño del edificio tampoco es que me pudiera perder. La secretaria abre la única puerta que he visto hasta ese momento aparte de la de la entrada principal, y metiendo sólo medio cuerpo dentro del despacho, dice:

- Señor Pepito, aquí hay una persona que viene a una entrevista

- que pase, oigo desde fuera

Entro en el despacho. Es un cuchitril de 3 x 3 metros. Tras una mesa llena de papeles se sienta un hombre de edad indefinida: puede tener cualquiera entre los 30 y los 45 años, pelo moreno, traje y corbata. Y gordo. Muy gordo. Sebosamente gordo. El tío me cae mal nada más dirigirle la primera mirada. Creo que el sentimiento es mutuo. Me mira de arriba abajo, examinándome. Mi aspecto es impecable: recién afeitado, pelo bien peinado, traje caro, corbata de seda sin colorines, ositos, ni gilipolleces, no me van esas tonterías, zapatos brillantes de lo limpios que están. Pero durante una milésima de segundo alcanzo a ver un gesto de desaprobación en la cara de Señor Pepito. Algo no le ha gustado. Uhhhhhhh qué miedo !! Será por la cara que se me suele quedar cuando alguien me tiene una puta hora esperando?

Sin levantarse de la silla, alarga la mano hacia mí y se la estrecho.

- hola, buenos días. Siéntese por favor, dice mientras señala una silla situada frente a él al otro lado de su mesa.

Me siento. Llevo el formulario en blanco en la mano. El hecho de que no se haya disculpado por atenderme con una hora de retraso ya me predispone en su contra.Además el tío tiene unas maneras demasiado...como lo diría...demasiado solemnes. En vez de jefe de una empresucha parece que se crea el puto presidente de la ONU. Sólo con oir las primeras palabras saliendo de su boca, ya sé que la entrevista se va a desarrollar en un ambiente tenso, estirado, cargante, estúpidamente solemne. Nunca he entendido este tipo de entrevistas: parece como si el entrevistador se sintiera completamente superior a ti, como si el hecho de ir a buscar trabajo ya te hiciera ser una puta mierda, una basura inmunda a la cual el Señor Pepito de turno va a perdonar la vida. Me río de los gilipollas como éste: imbéciles prepotentes que lo único que han conseguido en la vida es un despacho de mierda en una empresa de mierda y haciendo un trabajo de mierda, a los que probablemente sus mujeres hace años que ponen los cuernos con algún otro al que por lo menos puedan ver de vez en cuando y que hace años que no se ven la polla porque su barrigón inmundo, seboso y costroso no se lo permite, pero que se creen emperadores romanos perdonando la vida a los gladiadores en el Coliseo. Es el tipo de gilipollas al que sus compañeros insultaban y daban collejas en el colegio. Pero ahora tiene el poder. Ahora es él quien me va a entrevistar. Durante un rato dejará de ser el gilipollas que siempre es y pasará a ser Pepito El Entrevistador.

- hola Señor Pepito

- me dice su nombre, por favor?

- Sergio de las Heras

- bien, deme el formulario por favor

Se lo doy, y me quedo mirando su cara esperando su reacción. Casi puedo sentir la descarga de serotonina en mi cerebro, segregada instantes antes de una situación que sabemos que va a ser placentera o estimulante.

Señor Pepito mira el formulario con cara de incredulidad, con el ceño fruncido, como extrañado, como si algo en la escena que tantas y tantas veces ha repetido con otras personas antes que yo no terminara de cuadrarle... digamos que está....descolocado.

- perdone, pero no ha rellenado el formulario.

- no, así es.

- y por qué no lo ha rellenado?

- porque todos los datos que me piden en el formulario, ya los puse en mi currículum.

El color de la cara de Señor Pepito empieza a pasar del colorado al blanco... frunce el ceño aún más mientras me mira a la cara. Entonces veo algo bastante extraño: la cabeza de Señor Pepito comienza a girar sobre su cuello...da un giro completo, de 360 grados. Como la niña de "El Exorcista". Una vez la cabeza ha retomado su posición inicial, Señor Pepito vuelve a dirigirse a mí:

- cómo dice??

- digo que todos los datos que me piden en el formulario, ya los he puesto en el currículum.

Señor Pepito carraspea varias veces, se afloja el nudo de la corbata, lee y relee el formulario en blanco, se agita en su mesa, levanta la cabeza y vuelve a mirarme:

- todo el mundo tiene que rellenar el formulario para poder hacer la entrevista...

- me parece absurdo tener que volver a repetir todos los datos que ya figuran en el currículum. Currículum que por cierto, tiene usted a su derecha porque estoy viéndolo desde aquí.

- ya bueno...pero es que tiene que rellenar el formulario si quiere hacer la entrevista.

Decido que ha llegado el momento de poner fin a esta situación, ha llegado el momento de soltar la frase lapidaria:

- no voy a rellenar NADA.

La cara del Señor Pepito tiene el color de un folio en blanco. En su frente empiezan a aparecer gotas de sudor.

- pues entonces no podemos seguir con la entrevista

- pues no seguimos

- bien, entonces aquí terminamos la entrevista

- perfecto, le digo sonriendo.

Me levanto de la silla, le doy la mano y me marcho de allí, dejando la puerta del despacho abierta. Señor Pepito ya tendrá algo que contar a sus nietos, y yo me marcho con una sensación de satisfacción conmigo mismo como hacía mucho tiempo que no sentía. Lo único que me jode es haber tenido que ir hasta allí para eso.

Pero mereció la pena.



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7 comentarios:

Johnymepeino dijo...

No leo el formulario.
¿Se trata de un surealismo que debo averiguar?. Un poco de ayuda por favor.



p.d.- No me has dicho si te sirvió lo que te dije de poner foto O_o

Anónimo dijo...

En tu linea y muy bueno ;P no he podido evitar soltar un par de carcajadas xD

Anónimo dijo...

Sergio ¿de las Heras?

Ya me conocía la historia, pero ha valido la pena volver a leerla. ¡Olé tus huev..! Sinceramente eso es tener las cosas claras y lo demás tontería...

Besazo, cielo.

Anónimo dijo...

de las heras suena a marques de cojones xD

Anónimo dijo...

me identifico totalmente con tu historia, a mi tambien me ha pasado lo mismo.

l forma de contarlo es unica

¡¡¡sigue asi, no cambies!!!!

Anónimo dijo...

Pese a ser muy rebelde tengo que decir que su chuleria me parece absurda, lo que menos les importa a esa gente del formulario es sus datos, porque como usted dice ya aparece en el curriculum. Lo que realmente importa es su redacción, sus faltas, su limpieza, estilo de letra.
Una serie de datos que creame, dicen mucho de como es una persona, a ver si empezamos a mirar esas cosas porque de verdad...

Sergio dijo...

Usuario Anónimo:

Claro, sin duda lo realmente importante no es la Universidad donde has estudiado, tus títulos o tu experiencia profesional.

No, lo importante de verdad es que no hagás ningún manchón con el boli al rellenar el formulario que te dan. Eso sin duda dice mucho más de ti que todo tu C.V...